Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer (EA) es un tipo de demencia que se puede definir como un trastorno neurodegenerativo cerebral crónico que afecta de forma progresiva e irreversible a las funciones cognitivas, funcionales y del comportamiento, impacta, por tanto, a la vida diaria e instrumental de las personas con esta enfermedad y a las de su entorno más cercano.

¿Qué ocurre cuando una persona tiene Alzheimer?

La EA hace que se presenten una serie de rasgos neuropatológicos (estos son los rasgos médicos diagnosticados y que se observan en el cerebro), que se producen por una degeneración neurofibrilar debido a un acúmulo de proteínas anormal (llamadas amiloide) y la existencia de ovillos neurofibrilares, como consecuencia de esto las neuronas y sus conexiones mueren, encogiendo y atrofiando así el cerebro.

Nuestro cerebro tiene diferentes zonas y cada una de ellas tiene una función para el correcto funcionamiento del mismo, ante la acumulación de esta proteína estas zonas y sus funciones se ven dañadas. De manera que van apareciendo alteraciones cognitivas, por ejemplo,  se ven afectadas capacidades de atención, memoria, concentración, lenguaje, denominación, entre otras. Así como, alteraciones funcionales que hacen referencia a la perdida progresiva de la independencia y autonomía para hacer actividades de vida diaria (ADV), como son alimentarse, vestirse, bañarse, controlar esfínteres, manejar el dinero, controlar la medicación, etc. Junto con estas alteraciones se observan también síntomas psicológicos y de conducta, se diferencian tres tipos de trastornos: los trastornos del estado de ánimo (depresión, ansiedad y apatía); la agitación (agresividad, irritabilidad, inquietud, gritos y deambular errático); y los síntomas psicóticos (alucinaciones visuales, auditivas y delirios).

Señales de alarma

 

Problemas de memoria y de concentración. Olvida lo que acaba de aprender, no recuerda citas médicas,  tiene dificultad para recordar el nombre de personas.
Dificultades para planificar o solucionar problemas sencillos, por ejemplo seguir una receta de cocina.
Repetición frecuente de preguntas, a pesar de recibir respuestas.
Pérdida o colocación de objetos en lugares incorrectos.
Pérdida de orientación respecto a tiempo y lugar. No saber dónde se encuentra, olvidar la fecha en la que está.
Mirada perdida.
Dificultad para realizar gestos simples, habituales o comunicarse.
Cambios bruscos de ánimo sin motivo o razón de ser; cambios en la personalidad, conducta agitada y/o agresiva.

 

¿Que hacer?

Es importante tener claro que observar estas señales no suponen un diagnostico de alzheimer por si solas, sin embargo, estar alerta y prestar atención a los primeros síntomas nos permitirá actuar con la mayor brevedad posible, favoreciendo un abordaje que irá dirigido no solo a las capacidades cognitivas afectadas, sino a mejorar la comunicación  y la autoestima de la persona. Ante las dudas de poder estar frente a un caso de Alzheimer es importante acudir a los servicios de salud así como aquellos centros y servicios dedicados a ofrecer orientación y apoyo.

Ruta a seguir:

  1. Atención primaria, solicitar cita con su medica/o de cabecera, que tras una valoración inicial debe derivar a una atención especializada con neurólogo/a o profesional que realice el correspondiente diagnostico de la enfermedad.
  2. Puede dirigirse a la asociación o centro de su contexto social, para solicitar orientación y/o servicios dirigidos al tratamiento no farmacológico de la persona con EA.

¿Sabías que?  existen recursos a disposición de familiares y personas cuidadoras que pueden ayudarles a decidir si los síntomas observados relacionados con la falta de memoria tienen la importancia suficiente como para que su familiar sea evaluado por un medico o medica. Un ejemplo de ello, es la herramienta de pre-diagnostico, que consiste en la realización de una serie de preguntas basadas en la vida cotidiana de la persona a evaluar y que deben contestar familiares u otras personas cercanas a la misma.